miércoles, 8 de febrero de 2012

Desplazada, sufre la enfermedad de su padre en la lejanía, y tiene que renunciar a su trabajo para poder cuidar de su madre viuda

Me llamo R.B, dedico este testimonio a mi padre,

Hace un tiempo me enteré de que por fin había sacado mi ansiada plaza como funcionaria. Estaba feliz, me daba igual la plaza o el lugar donde me tocara, lo importante era que después de tanto sacrificio ... lo había conseguido.
 
Os puede parecer una tontería, pero estaba casi más contenta por mis padres que por mí misma. Llené de orgullo sus vidas después de haber visto como su hija conseguía por fin un premio a todo su trabajo.

La plaza que me fué adjudicada distaba 250 Km. de mi hogar. Con pena a la vez que ilusión, tomé posesión sabiendo que era algo temporal y que en poco tiempo estaría en mi casa.

Pero poco después empezó la parte mas oscura y triste de mi vida. 

Mi padre, una de las personas más dinámica, deportista, inteligente que he conocido, empezó a sentirse no muy bien antes de que yo me marchara a mi nueva plaza. Miles de pruebas, especialistas, no daban con la clave de lo que le pasaba a mi padre. Una persona joven, con una salud de hierro y una mente brillante y los médicos no daban con la tecla.

 Diagnóstico: Una de las muchas "enfermedades raras" que desgraciadamente existen en nuestro mundo.

Sobra decir que mi vida se convirtió en un infierno, me encontraba sola, y con la amargura de saber que algo malo se avecinaba en mi familia.

Supliqué que me dejaran irme a mi ciudad, pero no me concedieron autorización para irme. Como no podía perder mas tiempo, pedí una Excedencia y pude estar con mi padre los últimos meses de su vida. Hablo en pasado de él porque ya no está. 

Dejó a una familia rota, que todavía no ha logrado recomponerse y que nuca lo hará del todo.

Actualmente sigo en Excedencia, esta vez para seguir cuidando a lo que me queda de esta familia que se quedó rota.

Tenía la ilusión de que mi vida volviera a la normalidad al haberme sido asignada provisionalmente en el concurso una plaza en mi ciudad.
 
Pero se ha truncado. Otra vez se ha truncado. 

Por mi salud mental y física ( que también es la de mi familia), necesito volver a trabajar y seguir cuidando de los míos.

Espero que nuestros testimonios, en los que mostramos una parte tan íntima de nuestras vidas, sirvan para abrir los ojos a quienes los tienen cerrados.

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